Las estelas funerarias son uno de los restos más característicos de época romana. La provincia de Zamora es especialmente rica en este tipo de monumentos. Se trata, generalmente, de monumentos hechos en piedra de forma rectangular y cabecera semicircular. En ella se esculpían diferentes decoraciones, relacionadas con las creencias de ultratumba, como la rueda de radios o rueda solar situada en la parte superior. Bajo ella se inscribía el nombre del difunto, el nombre del padre y la edad aproximada en la que falleció, generalmente en múltiplos de cinco. A veces bajo este texto aparecen unas arquerías, tal vez representaciones de la entrada al inframundo. Son una importación romana que los dirigentes locales adaptan rápidamente.
Gracias a estos epitafios conocemos los nombres de algunos de los habitantes de El Picón y sabemos que utilizaban tanto nombres de tipo romano como Primus, Aurelius o Domitius, como a otros nombres de origen local como Toutonus o Labena. El uso de la epigrafía tuvo un enorme impacto en las poblaciones conquistadas, ya que suponía la introducción del uso de la escritura, hasta entonces desconocida por estas poblaciones. Los nuevos ritos funerarios incluían el enterramiento o incineración de los difuntos en una necrópolis, ubicada junto al asentamiento, en un lugar visible y cercano al camino de acceso. Junto a las estelas se han encontrado pequeñas esculturas de animales, conocidas como verracos, y que podrían estar relacionadas con los ritos funerarios.Algunas de estas estelas se encuentran reutilizadas en las casas del pueblo y son visibles en la actualidad. Otras están en el Museo de Zamora y otras han desaparecido, si bien se tiene constancia de una treintena de ellas así como de un pequeño verraco también desaparecido. Otro documento epigráfico de gran interés es una pequeña ara votiva, único elemento religiosos hallado en el municipio. Se trata de una pieza en granito, que se encuentra muy erosionada, por lo que la lectura del texto es prácticamente imposible. Por este motivo no se puede descifrar el nombre de la divinidad a la que se rendía culto, pudiendo tratarse tanto de un dios romano como Júpiter al que se rendía culto en el entorno de Rabanales o bien un dios indígena como Mentoviaco, conocido en la cercana de Villalcampo o en la propia Zamora.El uso de la epigrafía en esta zona abarca desde principios del siglo I d.C. hasta el siglo III d.C., una fecha en la que el hábito epigráfico cae en desuso en todo el Imperio Romano. Más informaciónAntigüedades de la Villa del Pino (Zamora). Fita Colomé, F. (1885) |